El 4 de marzo,
mientras mi mujer buscaba los libros de John Berger en nuestra biblioteca, yo leía en el suplemento literario del diario
Perfil , en su sección las diez preguntas, que el escritor Gabriel Yeannoteguy
decía que su autor favorito vivo era el mismo
Berger. Como resultado de otra pregunta
respondía que Berger era su candidato para un eventual premio nobel, lo que al margen de
que tal vez el mismo Berger no lo aceptara, el premio seguiría vivo. Yeannoteguy
lo describía como a un “viejo comunista del siglo XX al que no le entró nada de posmodernidad”; todo último dicho
en forma elogiosa. Coincido totalmente con el comentario. Con su prosa
sincopada, empapada de sentido y belleza, Berger que suma a la literatura
actual sus nobles viejos ideales y su mundo píctórico de crítico de arte. Ese
arte que se pone del lado humano y busca los orígenes.
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